El aire acondicionado es un electrodoméstico imprescindible en buena parte de España y durante gran parte del año. Prácticamente solo las Islas Canarias y algunos territorios en la cornisa cantábrica disfrutan de un verano con temperaturas no excesivamente elevadas, si bien también se producen olas de calor extremo, y cada vez con más frecuencia.
El progresivo aumento de las temperaturas hace que este electrodoméstico comience a ser útil ya desde inicios de la primavera en muchos puntos del país, cuando se alcanzan temperaturas superiores a los 30 grados muchos días. En verano, el termómetro puede alcanzar más de 40 grados, lo que acumula muchos meses de uso muy frenético de este aparato.
Un correcto mantenimiento ayuda a mejorar sus prestaciones y alargar su vida media. Lo aconsejable es llevar a cabo una tarea de revisión anual antes de su uso durante el verano, pero además de esto es importante hacer un buen uso del aire acondicionado en su día a día.
Contenido
¿En qué consiste el mantenimiento del aire acondicionado?
Hay algunos elementos de este aparato que han de estar en óptimas condiciones para garantizar un correcto funcionamiento del aire acondicionado. Los filtros, por ejemplo, son los encargados de retener las partículas de polvo y las impurezas cuando se libera aire a baja temperatura y evitar que accedan al interior de la unidad interna.
La limpieza de filtros es una tarea que se puede realizar a nivel individual, basta con retirarlos periódicamente y eliminar toda la suciedad acumulada. En este caso basta con pasar una esponja con un producto limpiador y posteriormente aclarar, para volver a colocarlos una vez estén completamente secos.
El resto del mantenimiento aire acondicionado sí implica la labor de técnicos especialistas. Un ejemplo es la carga de gas refrigerante. En caso de que notemos que el aparato no funciona de manera correcta es porque puede deberse a fugas de gas. Esto es detectable solo por profesionales, que cuentan con instrumental específico para medir la presión y encontrar las fugas.
Si es pequeña, bastará con repararlas mediante soldadura, pero sí es de un tamaño considerable, el arreglo no es tan fácil, porque eso implica que hay mucha pérdida de gas, y recargar una unidad si es de grandes dimensiones puede tener un costo parecido al de un nuevo aparato.
Otro elemento imprescindible del aire acondicionado es la unidad exterior. Se trata de la zona que más suciedad acumula por encontrarse a la intemperie. El mantenimiento en este caso pasa por limpiarlo de manera periódica para evitar que el polvo y las impurezas queden atascadas en el interior.
En caso de que el aparato se vaya a llevar mucho tiempo sin utilizarse, ocurre mucho en las segundas residencias, es interesante colocar una funda para proteger la unidad exterior de esos riesgos.
Junto a la unidad exterior aparece también el desagüe, que es la zona desde la que se libera el agua producida por el aire acondicionado. Si no se limpia de manera periódica el desagüe pueden aparecer malos olores por la proliferación de bacterias. En algunos casos, especialmente en instalaciones industriales, esto acaba dando lugar a brotes de Legionella.
¿Qué conseguimos al mantener el aire acondicionado en perfecto estado?
Las revisiones del estado de funcionamiento y el mantenimiento preventivo de este electrodoméstico se asocian a un mejor ambiente en casa en el que se respira un aire más limpio libre de hongos y bacterias.
Además, la principal razón para mantener el aire acondicionado en buen estado es que esto alarga la vida útil del aparato, que por norma general está en torno a los 10 años. Si tenemos que cambiar de aire acondicionado antes de ese tempo es porque posiblemente no hayamos hecho un buen uso del mismo y un mantenimiento insuficiente.
Con el alargamiento de la vida útil se consigue también un ahorro económico. Asimismo, la eficiencia guarda mucha vinculación con el uso correcto del aparato y la optimización del mismo.
Por último, no podemos olvidar cuestiones quizás no tan asociadas a la funcionalidad pero sí al bienestar en casa. Un aparato que funciona correctamente es aquel que no genera mucho ruido, que no emite malos olores y que se ajusta perfectamente a la temperatura a la que se programa.